me encontraba caminando hacia la entrada este de Damasco mientras decidía que y como robar una cantidad inmensa de Akçes.
- vamos a ver lo mejor seria entrar por el distrito pobre, pero tendría que esquivar a los habitantes, en la clase media podría pasar desapercibido si mi ropa fuese mas fina, y por el rico tendría que evitar una gran cantidad de guardias y no tengo muchos explosivos ni cuchillos que digamos
"yo sabia que llegaría al anochecer ya que andaba a pie así que aumentarían la segundad lo único que me quedaba era robar el atuendo de alguien de clase media y robar es mi habilidad. "
Esta a la mitad del camino el paisaje no cambiaba mucho y ya estaba cansando así que decidí descansar un poco, al poco rato escuche un grito que venia detrás unas pequeños montículos de arena, no lo pensé dos veces y fui a ver que estaba sucediendo, era una mujer que estaba siendo golpeada y ahogada en un pequeño oasis por dos hombres que parecían ser de la guardia, la pobre mujer no podía respirar y parecía tener agua en los pulmones, antes de que los malditos desenfundaran la espada para matarla intervine yo.
- HEY!!! ustedes alto ahí, malditos dementes que le hacen a la pobre joven
se miraron a los ojos ambos soldados y sin decir ni una palabra se sacaron los sables y se abalanzaron sobre mi, tome mi schiaovana y se la enterré debajo de las costillas al primero, el segundo golpeo mi cabeza con el mango del sable caí aturdido y sin poder ver nada, la muerte me esperaba se podía inclusive ver pero antes de que el hombre terminara con mi vida cayo de rodillas para después perderse en las aguas del oasis.
-¿Ya me mori?
pregunte al aire pensando que ya me encontraba en el infierno.
-No aun no has muerto
dijo una dulce voz mientras yo abria los ojos, aquella joven damicela en apuros no era mas que una asesina.
-Ammm... gracias
dije con voz seria, ella solo me hizo un gesto con el rostro, se dio la vuelta y se fue.
pasaron alrededor de dos horas ya estaba en las puertas de Damasco vestido de guardia, todo gracias a aquella joven que me ayudo a conseguir un buen disfraz solo faltaria que los guardias de la entrada del barrio rico me creyeran.
Quien no castiga el mal ordena que se haga. -Leonardo Da Vinci